Por lo
general, cuando Jorge Nordhausen opina lo hace con las vísceras. Pero es justo reconocer que en algunas
ocasiones le atina, como hace unos días en twitter, cuando escribió que el
priismo de Carmen tenía gente mucho más valiosa que Enrique Iván (a) “Satanás” para
abanderar la candidatura a la alcaldía. Muy cierto.
Un ejemplo,
Oscar Rosas. Oscar era el puntero en todas las encuestas y, un dato adicional,
tenía el menor porcentaje de menciones negativas. Además siempre ha sido
priista, así que su candidatura hubiera unido al partido, cosa muy importante
si atendemos el terrible gobierno de doña Chely y las locuras de su hijo Billy,
que no sólo ha robado a manos llenas sino que ha lastimado a muchos. Con Oscar
la contienda contra el PAN hubiera sido pareja pero por desgracia el gobernador
tenía otros planes:
En primera,
Fernando Ortega ya decidió que su sucesor será Raúl Pozos. Por tanto, para que
siga sus pasos, lo impuso como candidato al Senado y ordenó que la figura
política mejor posicionada en Carmen, Oscar, fuera el compañero de fórmula para
asegurar la victoria. En otras palabras, usar carne de cañón carmelita para un
proyecto campechano.
En segunda,
la popularidad de Oscar era la forma más diplomática de sacudirse a Víctor
Kidnie, que quería esa posición. Como es bien sabido, en el PRI necesitan
siempre los votos petroleros pero están poco dispuestos a tolerar a esos “guaracatacas”
que ni campechanos son.
Así fue
como mandaron a Oscar a servirle de patiño a Pozos y dejaron la candidatura a
la presidencia municipal en manos de Satanás.
Pero la
realidad ha impuesto sus condiciones. Pozos no levantó lo que se esperaba y Oscar
tiene que cargar con ese lastre. En su desesperación ha empezado a declarar
hasta contra sí mismo, como consta aquí,
y el escenario que se le presenta es lúgubre: por el momento tienen perdido el
segundo distrito de calle. Si fracasan, Pozos entra de todas maneras al Senado como
primera minoría pero Oscar, el personaje más popular de Carmen, terminaría su
carrera política.
Y Satanás
también se las está viendo difíciles. Después de su traición al blanquiazul tuvo
más de dos años para inscribirse como militante del PRI pero no lo hizo. La tenía
segura. El gobernador lo impuso como candidato del Verde Ecologista y, por la coalición
entre partidos, también del tricolor. Por primera vez en su historia, el PRI carmelo
no tiene candidato.
Por lo
anterior es evidente el malestar de los priistas. Tienen que apoyar a un
candidato externo y no a cualquier candidato, sino al que hasta hace poco,
cuando militaba en el PAN, les gritaba que eran ratas de alcantarilla y negligentes;
y además de haber sido insultados por Satanás tienen que respaldarlo cuando arrastra
una inhabilitación por… ¡negligencia administrativa! durante su paso como
titular de la Semarnat. Injusticia divina.
Ya no
quiero ni pensar qué sienten los priistas cuando Satanás les dice que son lo máximo.
Tiene razón
Nordhausen, el PRI tenía mejores prospectos. Pero Fernando Ortega, desde
Campeche, privilegiando su proyecto campechano, mandó al carajo a la militancia
y les impuso a un panista que, para acabar de fregar, es perseguido por la
justicia.
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