lunes, 7 de noviembre de 2011

Intermedio: La transa del Malecón


Desde que pusieron la primera piedra del malecón denunciamos varias cosas: que estaba mal planeado, que traería terribles daños colaterales y que representaba un gran robo por su alto costo cuando los materiales con los que se construyó eran de pésima calidad.

Además, siendo Carmen el municipio que aporta el dinero que mantiene al Estado, el que trabaja mientras en Campeche la burocracia se mece en su hamaca, apenas y nos correspondieron 400 metros de malecón, cuando en la capital se construyeron kilómetros y kilómetros de la misma obra, con mucho mejor acabado. Todo esto en el sexenio de la Nueva Grandeza del erudito tapir de alcantarilla, José Antonio González Curi.

Para no extendernos innecesariamente, el malecón fue otra burla al pueblo de Carmen.

Apenas 10 años después, el malecón está seriamente dañado. Lo que pronosticamos y se negaron a escuchar las autoridades capitalinas se convirtió en una dolorosa realidad. Y la burla sigue:

Por un lado quieren hacernos creer que el malecón se dañó debido a los embates de los últimos temporales.


Por el otro, el gobierno estatal, el mismo que construyó esta porquería de malecón, está realizando los trabajos de reconstrucción que pretende vendernos como un logro del gobierno Solidario. 

Y por último, las plumas mercenarias que aquí abundan siguen guardando un vergonzoso silencio; nadie le ha dedicado una sola línea a este insulto a nuestra dignidad, como si ellos no fueran carmelitas (bueno, la mayoría no lo son).


De todo lo anterior se desprende una única verdad: seguimos envueltos en el excremento que nos palean los campechanos. 

Las obras que nos hacen aquí cada muerte de un judío están mal hechas; luego, las reparaciones son otra tonelada de dinero que nos estafan; luego, tenemos que soportar la tardanza (ahí tienen la remodelación del Centro Histórico); y la mosca que vuela sobre toda esta pudrición es que quieren que aplaudamos la generosidad del gobierno campechano y con el dedo metido entre los pliegues festejemos que así avanzamos.


La desgracia de la isla no son los embates de los temporales sino la plaga de parásitos capitalinos, que la han convertido en su vertedero de deshechos y su burla, con nuestra cobarde complicidad.





El miércoles: "El rigor de la ley", última parte del reportaje de Hugo Salvatierra sobre el Puente de la Unidad. 

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